Hoy en día, como la iglesia portadora de las Buenas Nuevas, necesitamos humillarnos y clamar para ver la mano sobrenatural de Dios moverse a favor de los que sufren. Jamas nos conformemos con menos.
"Cada vez que predico el Evangelio soy conciente de algo: Si no tengo el privilegio de ver al Espiritu Santo obrar con libertad, salvar y transformar personas, sanar a los enfermos, liberar a los cautivos y traer restauracion a las familias, mi alma no podria resistirlo." -Carlos Annacondia
(STOCK PERMANENTE)