Miles de personas fueron sanadas por el Espíritu Santo a través de su ministerio.
Ella jamás impuso las manos a ninguna persona, eran sanadas por medio de la palabra de sabiduría.
Antes de cada reunión, Kathryn Kuhlman abría su espíritu, alma y cuerpo al ministerio del Espíritu Santo.
Muchas veces hablaba del Espíritu Santo llamándolo mi mejor amigo y decía que Él era su Maestro, el mejor Maestro del mundo.